Dos apuntes,
A-Cualquier parecido con la realidad,pura coincidencia
B- La foto está sacada en Tozeur
El abuelo Miguel.
Me imagino que en todas las familias habrá un personaje mitológico, en la mía, y pudiendo ser colocado a la altura del rey Arturo, la lista la comanda claramente, el abuelo Miguel.
Para que os hagáis una idea de cómo era, os diré que se libró de la mili por no llegar a la altura mínima y terminó midiendo casi uno ochenta, esto es rigurosamente cierto por muy increíble que suene, sino me creéis os diré que le hicieron un especial en una revista médica norteamericana como curiosidad científica.
Se decía que en todo el mundo sólo se habían dado otros siete casos de un crecimiento tardío tan extraordinario, el buen hombre creció treinta centímetros después de haber cumplido los veintitrés años, pasó de medir un metro cuarenta y siete centímetros a uno setenta y siete.
A mí me parece una curiosidad, pero otros que trataron con él mucho más que yo, siguen convencidos, aún hoy, que lo hizo queriendo, no saben como fue capaz, pero no dudan que lo hizo voluntariamente, que era capaz de eso y de otras cosas muchísimo más complicadas.
Yo era muy pequeño cuando el abuelo murió, tenía siete años recién cumplidos, recuerdo que era verano.
Aunque a quienes vivíamos con él siempre nos trato bien, con mucho cariño, en aquel entonces, el abuelo me parecía la persona más rara del mundo y un broncas de narices, siempre montando jaleos.
De hecho, lo primero que recuerdo con claridad en mi infancia, es a cuatro tipos vestidos de marrón y con botas altas llevando en volandas, mientras corrían a ostias, a mi abuelo, que como ya he comentado antes era un tipo curioso para algunos y un elemento de cojones para la mayoría.
Al hombre, no se ocurrió más brillante idea que ponerse a limpiar sus pantalones en el río, se los había manchado al sentarse en la hierba, esto os puede parecer normal, el problema es que el río era el Urumea y estaba a la altura del Victoria Eugenia, era un mes de Septiembre y toda la valla estaba llena de gente que esperaba para conseguir fotos y autógrafos de los actores del festival de cine.
Al oír los gritos y las risas, la policía se acercó a la valla para ver que pasaba y claro, al ver tal ostentación de desvergüenza, no pudieron hacer otra cosa que poner fin a tal afrenta contra la moral realizada en la vía pública.
Aún así, pudiera parecer un exceso de los maderos, a los que, por cierto, tan aficionados han sido siempre pero es que el angelito en cuestión nunca llevaba ropa interior porque le molestaba.
Vamos, que no es que quiera justificar mi diarrea mental con esta historia, pero, reconoceréis conmigo, que marca que el primer recuerdo que tengas no sea otro que ver a tu abuelo llamando hijoputas a los nacionales mientras intentaba devolver alguna de las mil galletas que estaba recibiendo…
En el aquel momento, con cinco o seis años, sentí vergüenza al ver a mi abuelo intentando pegar a la policía, los policías para un niño pequeño siempre son los buenos, y si le estaban currando, aunque fuera mi abuelo, algo muy malo habría hecho.
Ahora que soy más mayor, sé que la polí no siempre es buena, de hecho, lo es pocas veces y también sé que a mi abuelo se le iba la pinza no porque fuera raro, sino porque tenía una enfermedad, que en aquel entonces no tenía nombre, pero más tarde fue conocida como Alzheimer.
Ahora entiendo porque cuando veía un partido de su Zaragoza, Pardeza y Valdano eran para él Marcelino y Lapetra, el de su pueblo, como nos decía siempre que le veía, porque sí, él abuelo Miguel veía a Lapetra en la cara de Pardeza.
- Oiga joven, ya sabe que Lapetra, el de los 5 magníficos, es el hijo de mi vecino, es muy buen chico se fue a la capital porque estudia para abogado y es muy bueno en eso del balompié, juega con la selección nacional.
La verdad es que,mirado por el cristal del tiempo,y aunque es un triste consuelo, reconforta saber, que, además de a sus hijas y a sus nietos,el abuelo Miguel tampoco reconociera a los futbolistas.